Los riesgos llevan a Centeno a pedir "estabilidad en Portugal"

Mário Centeno pidió estabilidad para afrontar los desafíos que se avecinan. “La palabra incertidumbre es una palabra que los responsables de la política económica deberían usar con mucha moderación, porque cuando decimos que nos enfrentamos a un mundo incierto, tenemos que saber cómo resuena esto, cómo se traduce esto en aquellos que son, de hecho, el destinatario final de nuestras decisiones”, afirmó el gobernador del Banco de Portugal (BdP) durante la presentación del Informe de Estabilidad Financiera. Un mensaje considerado natural por João César das Neves: “Dado que el próximo Gobierno será seguramente minoritario, constituye un llamado a la responsabilidad de la oposición”.
Paulo Monteiro Rosa, economista senior del Banco Carregosa, admite también que “en un contexto marcado por las incertidumbres externas, especialmente la errática política comercial de EE.UU. y la presión sobre las cuentas públicas de la mayoría de las economías avanzadas, la previsibilidad política e institucional es un factor determinante, que influye directamente en la confianza de los inversores y de los mercados, condiciona la conducción de la política presupuestaria de un gobierno, garantizando mayor estabilidad y seguridad a las familias y empresas en su planificación y decisiones económicas”.
Monteiro Rosa recuerda que la estabilidad permite definir e implementar políticas de largo plazo, implementar reformas y alinear expectativas entre los diferentes agentes económicos, asegurando la continuidad de las políticas económicas y mejorando la percepción del riesgo país por parte de los mercados internacionales, por lo que argumenta que "debe ser vista no solo como un valor institucional, sino también como un activo económico con impacto directo en la competitividad y sostenibilidad de las finanzas públicas".
El documento del BdP llama la atención sobre el aumento de los riesgos para la estabilidad financiera, reflejando «desarrollos adversos en la actividad económica global asociados a una mayor imprevisibilidad de las políticas económicas en los Estados Unidos de América (EE.UU.), lo que se combina con un contexto de alta incertidumbre geopolítica». Aunque reconoce que el impacto directo en Portugal del cambio de política comercial estadounidense podría ser «limitado y circunscrito en términos sectoriales» y penalizar principalmente a los sectores más orientados a la exportación, como la industria y, en menor medida, el comercio, el banco central apunta a los efectos indirectos que podrían condicionar «las decisiones de inversión y consumo, y podrían empeorar la actividad económica y las condiciones de financiación».
Y, ante este escenario, el BdP también considera que es “fundamental mantener la trayectoria de reducción de la ratio” de deuda pública portuguesa, respetando los criterios de sostenibilidad y las reglas presupuestarias de la Unión Europea, a pesar de la consolidación de las cuentas públicas en la última década. La advertencia no es nueva. También esta semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo que Portugal debería centrarse en una política presupuestaria más flexible este año debido al impacto económico de las tensiones comerciales causadas por los aranceles estadounidenses, pidiendo aún más inversión pública para aumentar el crecimiento a largo plazo. “Cuando analizamos nuestra previsión desde el punto de vista fiscal, a largo plazo Portugal debería seguir teniendo un superávit primario y reducir la deuda pública”, afirmó el director para Europa del FMI, Alfred Kammer.
João César das Neves también afirma que «estamos entrando en un período que se prevé de mayor turbulencia internacional» y, por lo tanto, «los recientes éxitos en el Presupuesto distan mucho de estar garantizados para el futuro. Por lo tanto, prestar especial atención a la situación financiera es de sentido común. Pero dudo que se escuche», admite.
Paulo Monteiro Rosa señala que una política presupuestaria más flexible sin poner en riesgo la sostenibilidad de las cuentas públicas permite a los gobiernos acomodar shocks, apoyar a los sectores vulnerables y mantener cierto margen de maniobra para responder a los riesgos externos. “El equilibrio pasa por adaptar el ritmo de consolidación presupuestaria a las condiciones macroeconómicas, garantizando la responsabilidad fiscal sin asfixiar la economía”, recordando que esta advertencia del FMI está en línea con la desaceleración del crecimiento económico prevista por la Comisión Europea. En un contexto de desaceleración, insistir en una política fiscal excesivamente rígida puede agravar el ciclo negativo; se trata de una medida procíclica y, por lo tanto, debe evitarse. Reducir el gasto público o aumentar la presión fiscal en tiempos de fragilidad económica tiende a obstaculizar la inversión, el consumo y la creación de empleo, lo que debilita aún más la recuperación, destaca.
Según los cálculos de Bruselas, Portugal tendrá un superávit presupuestario del 0,1% del Producto Interior Bruto (PIB) este año, que se convertirá en un déficit del 0,6% en 2026. Estas cifras suponen una revisión a la baja respecto a las previsiones de noviembre, cuando se preveía un superávit del 0,4% este año, y son también más pesimistas que las estimaciones incluidas en los Presupuestos Generales del Estado para 2025.
Además, el Ejecutivo comunitario revisó a la baja sus previsiones de crecimiento de la economía portuguesa para este año, hasta el 1,8%, pero ahora confía en que el PIB crecerá un 2,2% en 2026.
Jornal Sol